viernes, 13 de agosto de 2010

EL NIÑO Y LOS PARASITOS

Durante muchos años y en especial en los primeros del niño cumbrero el tema de los parásitos era algo bien importante y de mucho cuidado para los padres, abuelos o cualquier representante.

Si un niño escupía mucho, tomaba mucha agua, comía uñas, estaba barrigón, tenía constante tos o molestia en la garganta, por ejemplo,  era porque tenía parásitos y le era urgente un purgante.

Los purgantes eran diversos; había una pastilla que se llamaba piperazina o algo así, también con sal de fruta, saldiguera o zumos de plantas como el pasote o chicha monchina. Nos despertaban a eso de las 2 de la mañana para darnos el purgante, era imposible seguir durmiendo ya que en seguida empezaba el dolor de barriga, el sonido estruendoso de las tripas, según ellos esa era lo hora perfecta para agarrar a los parásitos durmiendo. aquí no estamos contabilizando las veces que fuimos purgados a traición (sin saberlo).

Era tanta la obsesión por los purgantes que en esos tiempos no habían niños gordos, es tanto así que la mayoría de las enfermedades infantiles eran atribuidas a los parásitos, las más importantes "el ataque de lombriz y los guzarapos".


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